Olvidar es sustituir. Es distraer las ideas. Las ideas que
me llevan a ti y a tu recuerdo. Siempre hay un proceso, pero éste me está
costando más que nunca. Quizás tenga que irme lejos de ésta ciudad, de sus
calles y de su gente. Sustituir todos mis recuerdos, uno a uno. Hacer que las
paredes del piso desaparezcan y ya no pueda reproducir en bucle las escenas de
mi vida donde apareces tú. Lejos. Donde nadie conozca tu nombre ni sepan lo
bonita que es tu cara. Donde tus labios no los haya probado nadie ni tu sonrisa
les haya deslumbrado. Yo escogí quererte y me equivoqué. Fue una mala decisión
perderme en tus ojos. Tus oscuros y profundos ojos. Aún los siento clavados en
los míos. Intensos, con intención. Y duele. Incluso a veces noto tus caricias
por las noches, y mira que he cambiado las sábanas veces, pero tu olor aún se
cuela entre mis sueños. ¿Por qué me enamoré de ti? ¿Por qué si ahora te
tengo que olvidar? Y no quiero. Y no puedo. No puedo sustituir tus manos,
suaves y cálidas. No hay otra persona con la que los cafés de resaca de los
domingos sepan igual. Ni las palomitas de colores del cine. Ni siquiera la
cerveza huele igual si tú no estás. No puedo sustituir tu cintura, cogida a
ella aprendí lo que es bailar pegados. Y nadie lleva el compás como tú. No puedo,
ni quiero, encontrar a un sustituto de ti. Yo quiero que tú me hagas volar. Quiero
volar contigo. Sólo contigo.
¿Cómo sustituir tu recuerdo si es lo más mío que tengo?
¿Cómo olvidarte si no quiero hacerlo? Olvidar es sustituir. Pero es imposible.
Vives en mí, en cada cosa que hago. Sólo me queda desaparecer. Por un tiempo. A
lo mejor te vuelvo a encontrar en mis sueños.
"Buenos días mi amor", me dirás cuando despierte. Una sonrisa dulce y unos ojos claros me estarán mirando. Y entonces tu ya no estarás.