sábado, 6 de noviembre de 2010

Distante (ausente)

A veces parece irreal, como un sueño. Pero hay cosas que no puedo negar y que lo hecho, ¡hecho está! No entraba dentro de mis planes que adaptarme me resultara tan fácil, pero no lo puedo evitar. Notar que me amoldo y me ajusto a ti, sin convicciones. Que incluso intento ponérmelo más difícil, porque no quiero sufrir. Pero parece como si todo me indicara dónde estás, atrayéndome, por lo que me dejo llevar. Aunque no es sencillo, y es que hay tres mil millones de matices sin concretar, cuatrocientas miradas que no sabes dónde ubicar. Que ya no sé ni lo que quiero, si te quiero, si nos queremos, si es tu encanto o mis ganas de quererte. Tú te alejas, te vuelves ajeno a la situación, sin darte cuenta de que duele. Me he acostumbrado a quererte sin tenerte, a quererte a distancia. Mientras tú te vas yo quiero ir contigo y cuando vuelves yo ya me he ido. Odio estar distante, ¡odio que lo estés! Juegas y yo me derrumbo. El pecho se estremece cuando te veo en la lejanía, acompañado. Yo intento no jugar, siendo considerada, ya que mi juego es a ti a quién daña. Y me quedo en la duda dejando que pase el tiempo, siendo cobarde, odiándome a mi misma por no reaccionar. Sufriendo yo el doble sin que tú tan siquiera lo adviertas, que tú haces que yo llore, que grite y que se me encoja el corazón. Quizás si lo sabes, pero te da igual, llegados a este punto no sé ni que pensar. Sólo sé que esto yo no lo quiero, que es inevitable si te tengo, pero peor si te dejo.