sábado, 31 de diciembre de 2011

¡Buenas tardes princesa!

Mis pies están fríos, los tuyos no. A veces tengo miedo, contigo no. Odio el invierno, pero si es a tu lado no. ¿Sabes? No voy a pensar en este año, me da pereza (como siempre, como todo, pero si es por ti, no). 2011 se parte en dos: no y tú. No es la parte efímera, esa que viene, se va, vuelve, entra, sale y se vuelve a ir. No no es agradable. No no me gusta. No se va a la mierda. Tú no. Tú me despiertas a las tres de la tarde con una sonrisa. Tú me traes el desayuno a la cama. Tú me crees. Tú me escuchas. Tú eres tú, eres yo, eres sí y eres no. Tú es eso. Eso que está cuando no quiero que esté. Y eso que viene y siempre se queda. Tú, tiquitito. Tú, mi vida. Tú siempre tienes las orejas frías, pero me gusta tanto darles calor...

miércoles, 13 de julio de 2011

Inicios de algo, algo más

La frágil cuerda. Tu solemnidad. Mi despreocupación. Tus manías, tu perfección. Buscaba algo que no encuentro, quizás porque no existe. Son momentos débiles, inseguros. Esos cuando realmente sientes. Cuando crees que quieres. Pero luego todo se vuelve nublado. La ingenuidad de perdernos. La calidez de tus dedos. Como poco a poco me adentro en algo nuevo, sin percatarme que juego con algo más que caricias y besos. Que ya no es sólo un abrazo de cortesía, que ahora realmente lo necesito. Y que a veces, hasta te echo de menos. Tengo ganas de oler tu pelo, de que estemos los dos en silencio. De oír que has hecho hoy, cómo te ha ido en el trabajo y de qué has hablado con tus amigos. No preciso cuando me empezaste a importar, como cada día ansiaba tener ese ratito contigo. Y que cada noche al encender el cigarro me quedaba pensando en la conversación del día anterior. Incluso me atrevo a decir que he soñado contigo durante días. Tu sencillez disfrazada de complicación. Mi forma de descifrarla para llegar a ti. Incertidumbre. Soy consciente de nuestras diferencias. También de mi ambigüedad. Pero me gusta cuando ríes, sobre todo si es conmigo. Y que te enfades por tonterías. Y que tengas ganas de verme y que me lo digas. No espero nada nuevo, es más, no lo quiero. Es especial así, es nuestro. Mi inocencia al explorar tu cuerpo. La tuya al descubrir el mío. El ir conociendo progresivamente tu punto de locura, ése que tenemos todos aunque queramos esconder. Especialmente tu, que intentas parecer tan serio, tan entero, tan sólido. Y quiero sacar todo de ti. Lo bueno y lo que no lo es tanto. Todo se tambalea, pero me es indiferente. Sé que quiero estar a tu lado, lo demás sobra. El dulce despertar de las sensaciones desconocidas. La embriaguez al sentir un tembleque en mis piernas cuando te acercas. El no saber qué hacer. Y aunque todo esto no sea lo que yo imaginaba encontrar, para mi es suficiente, de hecho, es más que suficiente. Porque esto es infinitamente más fuerte que lo que buscaba, tan grande y desconocido que asusta. Sin embargo, por primera vez en mi vida, puedo decir que quiero pasar miedo.

lunes, 23 de mayo de 2011

No soy un número. No soy una nota. Ni un expediente. Ni tampoco una media de bachillerato. Soy Gara. Sí, soy una persona. Soy ganas de aprender. Ganas de descubrir el mundo. Soy una vida, unos sueños. Quiero estudiar. Y por mucho que saque un 10, eso no significará que sepa más. Yo quiero conocer a gente que me llene. Quiero vivir cada minuto de mi vida, sintiendo cada detalle poco a poco, saboreándolo como si nunca se volviera a repetir. Porque nunca volverá a repetirse. Quiero hablar de cosas que puedan parecer insignificantes pero no lo són hasta que ya no pueda más, hasta las 6, las 7 o las 8 de la mañana, ¡qué más da! Quiero un abrazo. Quiero correr en la playa y acampar. Quiero saltar en el campo y tumbarme en el césped. Quiero bañarme en un río. Quiero leer poesía, o que me la lean. Quiero vivir en la calle y aprender de ahí. Quiero componer una canción. Quiero enamorarme. Quiero pensar. Quiero participar en una revolución. Quiero ganar una carrera de coches clandestina. Quiero ser espía. Quiero estudiar matemáticas, filosofía, física, criptografía, medicina, química, historia, sociología, psicología, ingeniería aeronáutica, derecho, criminología, arqueología, publicidad, administración de empresas y mil cosas más. Quiero saber. Amo saber. Quiero tener un hijo. Quiero reflexionar sobre la vida con la gente. Quiero querer. Quiero tener miedo. Quiero pero no puedo. Quiero todo. Hoy tengo ganas. Tengo ganas de salir de aquí, de dejar de preocuparme por un examen. Solo quiero sentir.

Y eso soy yo. Soy contradicción. Soy anhelo. Soy energía. Pero de ninguna manera me quedo reducida a un símbolo (ni a un nombre, ni a un número, ni a un distintivo). Me niego a pensar que sea así. Yo no valgo. No estoy cuantificada. Yo solo vivo.

lunes, 14 de febrero de 2011

El secreto de la belleza

La belleza de las matemáticas no es un secreto para aquellos quienes han descubierto en ellas mucho más que un sistema de números. Como el artista, el científico es un amante de la naturaleza y del atractivo de ésta. Muchos hombres de ciencia encuentran la motivación para hacer su trabajo en la emoción estética que sienten al descifrar el mundo y las leyes que rigen el comportamiento de la materia. En su búsqueda, los científicos perciben una belleza intemporal en aquello que descubren, muchas veces comparable a la del arte. La biología, la física, la química y la matemática, producen en sus estudiantes una fascinación parecida a la causada por la literatura, la pintura o la música.

El arte es la máxima expresión de belleza creada por el hombre y, por lo tanto, la forma más fácil de llegar a entender la belleza que esconde la ciencia formal. Desde la antigüedad las manifestaciones artísticas propias del ingenio humano revelan relaciones que pueden ser analizadas con a partir de elementos matemáticos, y es que estos dos conceptos están unidos desde los inicios de nuestra civilización. Si bien es cierto que los ideales estéticos y los cánones que los conforman han ido cambiando a través de los años, estos mismos ideales son los que se rigen a normas racionales. Lo que quiero decir es que aunque muchas opiniones afirman que el concepto de belleza es subjetivo, lo que pretendo no es discutir eso, sino argumentar que cada diferente concepción de la belleza estará basada en leyes matemáticas y lógicas, haciendo uso de elementos como la proporción y la armonía.

En cierta manera, a través de estudios metódicos, queda demostrada la presencia de elementos matemáticos en cualquier obra de arte, por pequeña que sea. Es más, me gustaría ampliar esta última frase y apuntar que a cualquier objeto es posible encontrar un patrón proporcional que nos hace que nos guste o que nos parezca horroroso.

Cuando los humanos realizamos un cuadro, una escultura, una poesía o cualquier cosa referente al arte es un intento de expresión de aquello que sentimos y de aquello que nos rodea. Inconscientemente esta manifestación queda supeditada a un patrón que, regido por nuestra mente, nos da la concepción de belleza. Parece ser pues, que nos parece más “bonito” aquello que tiene algún “sentido”.

Con esta última reflexión plasmo un debate que me he planteado a menudo a lo largo de mi vida. ¿Hasta dónde llega el alcance de las matemáticas y de la lógica dentro de nuestra aparente irracionalidad a la hora de pensar, sentir o actuar? ¿Está presente el pensamiento científico más allá de las cuestiones meramente físicas?

Yo siempre he querido pensar que la ciencia y la arte están unidas dentro de nuestro pensamiento y que el una depende de la otra para su expansión, puesto que, de hecho, las dos disciplinas derivan en última instancia de un mismo origen: nuestra mente. Aún así, pienso que el secreto de la sensación de belleza es eso mismo, que sea secreto. Es decir, que el punto donde ambas disciplinas confluyen tiene que ser indeterminado para que el resultado sea atractivo. No sabemos la razón de porque las cosas nos parecen bonitas y porque ciertas proporciones son más agradables que otras. Pero no hace falta saberlo, puesto que si lo descubriéramos, si encontráramos una fórmula matemática para la belleza, haríamos que todo fuera armonioso de tal manera que la magnificencia de aquello bonito desaparecería.


"Es posible que las ciencias físicas permitan algún día a nuestros descendientes establecer las concomitancias y condiciones físicas exactas de la extraña emoción llamada belleza. Pero si ese día llega, la emoción subsistirá lo mismo que ahora fuera del radio de acción del mundo físico."

Thomas Henry Huxley, biólogo británico.

miércoles, 26 de enero de 2011


Al final estamos solos. No hay nadie que controle nuestras decisiones ni nuestros pensamientos. Pueden influenciarnos o manipularnos pero la última palabra está en nuestras manos. No esperar nada de nadie es la mejor solución, depender de uno mismo sin excepciones es lo mejor que podemos hacer. Dicen que es fácil dejar todo atrás y huir, pero yo creo que es lo más difícil de hacer en esta vida. Nos acomodamos en rutinas y responsabilidades superfluas, cosas banales que no nos importan y que hacemos mecánicamente. Romper con todo, intentar que no nos importe ni la mínima opinión de cualquier persona es la tarea más complicada. Confiar en alguien ciegamente es la gran perdición, es el mayor error que podemos cometer, porque eso nos ata, nos deja sin escapatoria, y al darnos cuenta, es cuando deshacer ese lazo se hace enormemente doloroso. Podrán llamarme cobarde por querer huir e irme más allá de todo lo que me rodea, pero a mi parecer, es el peor momento por el que estoy pasando. Renunciar a sueños, mandar mi esfuerzo a la mierda, decepcionar a un sinfín de personas, dejar atrás todo lo que ha significado mi vida hasta ahora, absolutamente todo, duele más que nada. La decisión no está tomada, pero me estoy dejando llevar por ella. Estoy permitiendo que me invada la indiferencia y el miedo, aprendiendo que ahogarse uno solo es lo peor que se puede hacer. O lo compartes con alguien (cosa que no recomiendo puesto que nadie te entenderá y al final todo acaba siendo una batalla peor y más grande) o dejas que te embargue la más ínfima soledad. Esa soledad que duele, que aprieta el pecho por dentro y que comprime la cabeza hasta que parece que el cerebro es solo un punto. Pero que hace que lo saques todo fuera, que lo grites, que llores sin pensar en quien te escucha. Me importa todo una mierda, estoy ya muy quemada para ir preocupándome por detalles o por falsas ilusiones que al fin y al cabo acaban siendo eso, ilusiones, pajas mentales que nunca se cumplen y que hacen que te decepciones y pierdas la confianza. Porque nadie a parte de tú mismo se va a preocupar por ti y por complacerte. Estaremos solos cuando de verdad nos haga falta, en ese punto de desesperación y locura solo quedo yo y mi mente, en un profundo debate entre lo que se supone que debo hacer y lo que realmente quiero hacer. Y en estos momentos me siento perdida, sin motivación por nada, sin motivo para seguir adelante. No le encuentro sentido a nada de lo que hago y no tengo intenciones de encontrárselo. Aquí se está bien, se está cómodo cuando ya te has quitado de encima todo el peso de esa máscara que te cubre ante los demás, cuando realmente dejas el engaño atrás y te quedas desnudo ante ti mismo. Cuando ya has tocado fondo te das cuenta de que nada puede ir peor y que no tienes nada más que perder, así que estás dispuesto a pasar de todo y de todos porque ya no van a ser capaces de destruirte más.